El centro de la historia

Había una vez: 224º aniversario de la fundación de San José de Mayo

Allá lejos y hace tiempo (España, Siglo XVIII), el rumor sobre la riqueza de las tierras de este rincón del mundo, lo benévolo de sus condiciones climáticas y el futuro venturoso que proporcionó a quienes llegaron aquí para poblarla y explotarla, corrió como reguero de pólvora.

Tanto así que, sobre todo en las Provincias de Asturia y Galicia, el notorio entusiasmo en muchas familias llevó (ya por 1779) a iniciar gestiones ante las autoridades con el fin de lanzarse a la aventura. Con el avance del tiempo, los aventureros se animaron unos a otros en asambleas en las que coordinaron semejante expedición, cuya exigencia era soportar meses de penoso viaje por mar, en condiciones inhumanas. .
Finalmente se pusieron de acuerdo en realizarlo, en el deseo de servir a su Rey y en la esperanza de progresar: así fue que en el año 1782 llegaron al Puerto de Montevideo dos barcos, ambos con el mismo nombre: “Santa María”. El primero, que portaba bandera portuguesa, arribó el 29 de septiembre, y el segundo, de bandera española, el 30 de diciembre del mismo año.
Originalmente, las dos tripulaciones venían a establecerse en La Patagonia: región austral en que la Corte de España tenía gran interés aunque lo inhóspito de la vida allí conspiró con el plan. El clima adverso y la pobreza de las tierras (al extremo de faltarles agua y leña, lo que trajo consigo terribles pestes) implicaron que la suprema autoridad del Virreinato tomara medidas urgentes. Ante la situación limite planteada, el Virrey Juan José de Vertiz resolvió la fundación, en territorio oriental, de los pueblos de San José y Minas.
En los últimos días del mes de mayo de 1783, Don Eusebio Vidal, Teniente de Dragones de Almanza, salió de Montevideo rumbo a éstos parajes por orden del Gobernador Vertiz y Salcedo (que sucedió a Ceballos en el Virreinato de la Provincia del Río de la Plata desde el año 1778), para fundar esta nueva población en nombre del Rey Juan Carlos III de España.
Vidal llegó aquí comandando un contingente que se componía de 24 carretas, 40 jefes de familia y 204 indios misioneros, quienes afrontaron los trabajos de desmonte y lo relacionado con las construcciones para viviendas de los primeros pobladores.
Llegaron al lugar elegido el 1º de junio de 1783 (al acta original de fundación se perdió) estableciéndose en viviendas precarias, levantadas con paredes de adobe y techo de paja. Construcciones que recién en el año 1789, se comenzaron a sustituir por los primeros edificios de ladrillo y azotea. El núcleo de los primeros habitantes de San José estuvo compuesto por: "43 familias asturianas, 5 castellanas, 2 gallegas, y 1 andaluza".

Un primer vistazo
En 1516 el español Juan Díaz de Solís avistó indígenas en la desembocadura del río Santa Lucía y realizó el primer testimonio acerca de los antiguos pobladores de estas tierras. La introducción del ganado por Hernandarias en 1617 cambió la historia: acto seguido, los europeos y sus descendientes vinieron en busca de carnes y cueros.
En este contexto, la región atravesó por una situación u tanto anárquica que se vio a corregir con la fundación de Montevideo y su gobernación en 1724. Esta nueva estructura organizativa llevó a que se repartieron tierras y a fines del siglo XVIII nacieron algunos pequeños centros poblados (San José, Carreta Quemada y San Gregorio). El reparto de tierras recayó en las familias de Alzáybar, Durán, Pérez de Sosa, De Viana, De Achucarro y Más de Ayala. Todas ellas, dueñas de las estancias del territorio de San José en 1780. Un censo efectuado en la cuenca del río San José que incluía las villas y sus “pagos” arrojó que vivían 770 personas, principalmente “españoles, pardos libres, negros libres y esclavos”.

Los Maragatos de San José
El término maragato hace referencia a los pobladores de la provincia de León, España, que ha dado nombre a la comarca de la Maragatería.
Hasta comienzos del siglo XX los maragatos se caracterizaron por ser una población emprendedora y viajera que recorría con sus grandes carretas el oeste y el centro de España, vendiendo principalmente productos artesanales que realizaban en su comarca. Los arrieros maragatos se hicieron muy famosos en los pasados siglos porque traían y llevaban mercancías muy variadas: pescados, salazones, vinos, pieles, correo y plata. Sus rutas unían Galicia, Asturias y León con Madrid y otras ciudades.
Por su denominación, costumbres y vestimentas se les ha supuesto un origen magrebí (Del Magreb o relativo a esta región norteafricana que se extiende por los territorios de Marruecos, Túnez y Argelia.), llegados al norte de España durante la invasión árabe (Siglo VIII).
En consecuencia, los estudiosos estiman que la palabra Maragato tiene su origen en los Mauritanos que emigraron a la península ibérica y se refugiaron en las montañas de Astorga; cuya convivencia con los moros, que arribaron junto a los godos (tribus a las que los romanos llamaban “bárbaras” o “germánicas”), implicó que sus hijos fueran llamados “Maurogothos” o “Maragatos”.
Otro salto temporal y geográfico nos conduce a otros Maragatos: aquellos que fueron los pobladores pioneros de los establecimientos patagónicos durante el siglo XVIII, fundando las poblaciones argentinas de Carmen de Patagones, Mercedes de Patagones (actual Viedma), San Julián y Puerto Deseado. Desde esta última población otros grupos de maragatos se dirigieron a la Banda Oriental, fundando allí la ciudad de San José de Mayo. Por este motivo, los nativos de este lugar suelen recibir el gentilicio de “maragatos” aún cuando tengan otros orígenes.